Habrán sido estados de ánimo o bien fruto del requerimiento de los concursos más específicos, pero de mí nacieron unos versos que hoy quiero compartir a modo de redención.
Porque sobrevivieron al paso del tiempo en un anotador sucio que estaba todo roto, desordenado, apretujado por libros reales, en una biblioteca que ya nadie consultaba.
También soportaron el exilio: a nadie le conté que las había elaborado y nadie las leyó hasta ahora, cuando declaro que todo es arte, que todo es poesía por el mero hecho de decirlo, por haber elegido ciertos puntos estratégicos en los cuales apretar el enter y hacer un punto y aparte.
Aprovechar para nombrar con liviandad
Cada vez que tengo que ponerle un título a algo, lo que sea, un nombre de mascota o una etiqueta a lo que escribo, tiemblo.
Esto de no poder quedarme con una sola opción, el famoso “costo de oportunidad” o algo así, no es de ahora.
Debe ser proporcional a mi indecisión acerca del tópico tatuajes: me encanta cómo le queda a alguna gente súper canchera, pero yo no sabría qué tatuarme en particular.
Nada requiere tanta atención de mi parte ni consume tanto mi tiempo.
O todavía no lo percibo.
Entonces hacer poesía también es una excusa para nombrar con liviandad esos escritossin recaer demasiado en la significación.
Hay reglas más flexibles en la escritura en verso.
Nadie está hablando en términos académicos aquí, ¿verdad?
Cuando somos más pequeños solemos hacerlo naturalmente.
Luego, mediante la aplicación cuasi inconsciente de los procesos que la compleja maquinaria social nos tiene preparados, vamos perdiendo la capacidad creativa.
La imaginación tiende a enfocarse en cosas más bien… mundanas.
Simples.
Siempre en el intento
Entonces intenté no perder la frescura.
O dejarla plasmada en algún lado… ¡Algo tenía que hacer con esas ideas que me parecían “buenas”!
Eso no lo puedo precisar.
No puedo garantizarte calidad.
Podés quedarte con esta honestidad intelectual: en la re lectura no modifiqué nada esencial de ninguno de los cuentos.
No alteré el sentido por más que vos no puedas corroborarlo.
Y en algún pasaje sería muy divertido que pienses: “uy, ¡¿cómo no lo modificó!?”.
Repasar el trabajo realizado es necesario para compartir un contenido que valga la pena y que sea estéticamente atractivo -aunque sea en ese aspecto más superficial-.
Alguna que otra coma, una sangría, una alineación… puede ser que haya retocado.
Ya que hago el esfuerzo de leerme a mí mismo en otras etapas de mi vida -lo que me supone un verdadero suplicio- aprovecho para brindar prolijidad…
La prolijidad de la culpa.
Ahora que nadie me mira
Como parte de una estrategia que me auto impuse, muchos escritos fueron a parar a “Hijas del fracaso”, mi libro compilatorio que en el 2018 se convirtió en una cosa bastante seria.
Lograda, diría, porque le puse empeño y responsabilidad.
Sin embargo, hubo varias historias que se quedaron huérfanas, haciendo un nido en distintas carpetas, un tanto escondidas, un tanto perdidas.
Fuera de mi consideración durante un largo período, llegó el momento de sacarlas a la luz para que sean juzgadas como corresponde.
Dentro de la sección “Narrativa” vas a poder leer cada cuento, cada prosa, cada accidente literario que fui guardando desde que dije “che, debería guardar lo que escribo por más que no me guste tanto”.
Hoy forman parte de una selección de privilegio que puede ser leída, descargada y compartida de forma gratuita.
Te podés topar con historias de amores frustrados, como lo que me sucede en “Carla y las múltiples breves decepciones”.
“Lugares comunes” me ubica en una terminal de colectivos (o de ómnibus, o de bondis, depende dónde te hayas criado), en mi etapa de estudiante con todas las letras.
También hay delirios geográficos, que desembocan en dudas metafísicas, lo cual podría ser una perfecta descripción de mi obra.
No sé si en algún momento te darás cuenta o llegarás a la misma conclusión que yo.
“Escocia” y “Pampa” son algunos ejemplos de esa excusa contextual que se impone para crear un ambiente, para ubicar a los personajes, aunque estén a la vuelta de la cuadra.
Como si todo eso fuera poca información para procesar, también me aventuré a la poesía: acá lo explico mejor.
Ya me quedé sin palabras para introducirte a lo que puede ser un gran error o un gran descubrimiento.
A nadie le interesa porque no resuelve ninguna duda y/o problema.
Se está escribiendo para luego ser modificada (o no).
Ella no lo sabe, pero aun con muy pocas palabras en su haber será una parte fundamental de la construcción de este sitio.
Acá están viendo un bloque básico del sistema Gutenberg de WordPress. ¡A mí no me disgusta para nada!
Sinceramente, espero que más allá de ser una “piedra fundacional”, se convierta en un conjunto de palabras que se encuentran al azar y que conformarán una de mis mejores anécdotas.
Porque de esa forma habría un futuro y este proyecto se consolidaría.
Esta es una frase expuesta como si fuera una cita, y la voy a destacar porque es evidente que busca ser famosa.
Tal vez podamos reírnos entre todos los visitantes del sitio, más adelante, de lo ingenuo que fui.
Otro encabezado para gustarle a los motores de búsqueda
En Internet no existen fórmulas mágicas, nada está escrito sobre piedra y por muchos cursos que hagamos -presenciales u online- los algoritmos harán monerías y nos darán bastantes dolores de cabeza.
Mientras buscamos la perfección, a veces olvidamos la funcionalidad.
Y llenamos una entrada de blog, como esta, de puro sentimentalismo, palabras vacías, introducciones eternas que no llevan a ningún lado.
¿No me digan que nunca les pasó?
El procedimiento suele ser el siguiente:
Tenés una duda y la escribís en Google (por ejemplo: “¿Cómo hago para que no se queme el pororó?”,
El buscador arroja muchos resultados y el primero siempre suele una buena opción (a menos que sea un anuncio “mal” segmentado),
Entrás con toda la esperanza y las ansias de resolver tus dudas en 5 minutos…
Pero no.
Nunca sucede.
Porque primero hay que leer la historia del maíz pisingallo; en segundo lugar hay que conocer a la persona a quien se le ocurrió cocinarlo en una olla con aceite por primera vez; luego viene un formulario de contacto y una serie de preguntas para generar interacción y después…
¡Tampoco!
Hay unos videos incrustados sobre las diferentes maneras de preparar el pororó ideal.
Vamos a ver algunas fotos alusivas y unos widgets de redes sociales.
Seguramente exista un enlace saliente, como esta imagen que te lleva a un post de Paulina Cocina:
La imagen va para la web de Paulina; la foto es de esta página.
Y después hay una receta, muy chiquita, que es la misma que ya conocías y que nunca te funcionó.
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