Después de subrayar muchas frases encantadoras, llegué a una trágica conclusión para los puristas del libro intocable: debería haberlo marcado entero.
Porque es muy rico en conceptos.
Es aún más relevante en definiciones aplicables a charlas en un bar.
Cuando me lancé a la búsqueda de material para mi primer podcast, no pude evitar sentar a la mesa a uno de los griegos más trascendentes en la historia de la humanidad.
Transcripción del guion: cómo me inspiré con “Banquete” para “Descatálogo”
En una obra magistral de Platón llamada “Banquete” se pueden leer muchas nociones acerca del amor.
Se habla de la eternidad, de la fortaleza de los lazos, de cómo la realidad se encarga de sacudir a lo idílico.
El autor se desmembró para personificar a una serie de filósofos y hacerlos dialogar, en distintas etapas, sobre la complejidad del amor.
[MÁS ANTIGUO QUE CRONO Y JÁPETO ESTE EPISODIO…]
Cuando le ceden el espacio a Pausanias, el loco agarra y dice:
“El amante que busca un carácter virtuoso, se queda para toda la vida (…)
Así, se considera vergonzoso, ante todo, dejarse conquistar rápidamente; para que pase el tiempo que convenientemente, según dicen, pone a prueba la mayoría de las cosas”.
Pausanias, geógrafo e historiador griego del siglo II de la era común (c. 110-180).
Sin ánimos de ponernos juiciosos y moralistas, para ser un líder militar Pausanias se la bancaba bastante.
Aunque, digamos todo, por aquellos días todo el mundo tenía un cargo militar (sobre todo los únicos que podían opinar, shhh…)
Más allá de las consideraciones que le podrían caber a esta interpretación de la palabra tiempo, rescatemos la salvedad que se hace sobre “dejarse conquistar rápidamente”.
Si ceder ante los influjos de Eros sin oponer demasiada resistencia se lee como una ofensa, descubramos cuál es la duración ideal de un flirteo.
Queda claro que la raza humana y el mundo animal tienen diferentes códigos comunicacionales para decirse que se gustan.
Y los tiempos, bueno… cada organismo se adapta como puede, che.
Krysti Wilkinson, en una nota del Huffington Post del 2016, le pinta la cara a Pausanias:
“El principal freno a ambas actividades humanas es que el millennial no se quiere ver comprometido en algo que no pueda frenar, se salga de su control o afecte sus planes personales de crecimiento.”
¿Millenials? ¡Eso es otra discusión, Krysti!
Habiendo dicho esto… en Netflix pueden encontrar 2 gemas para cerrar la idea de este episodio.
“Our planet” (o Nuestro Planeta, para los amigos de habla hispana) recopila imágenes espectaculares de la naturaleza y las hay muy divertidas de cortejos animales.
Por otro lado, “Cómo perder a un hombre en 10 días” es un tutorial para nada culposo que explica paso a paso lo que sí hay que hacer y lo que no hay que hacer en el cortejo amoroso.
Envejecer es inevitable, lo reafirmo más adelante.
El tercer capítulo de mi podcast versa sobre la certeza más terrible del ser humano: envejecer.
“Venir viejo”, como le decimos en Argentina.
Desconozco los modismos nuestramericanos para referirse a la posibilidad más realizable de cualquier persona, que es cumplir años.
Ver pasar los días en el calendario como si hubiera alguna estratagema que lo pueda frenar, ralentizar.
Detener.
Envejecer es inevitable; angustiarse también.
Hubo períodos en los que mi semblante se componía de frases espirituosas y motivadoras.
Parecía un entrenador de algún equipo amateur.
Ese espíritu progresista e idealista que se va lavando, se va desdibujando cuando las cuentas que hay que pagar se hacen cada vez más insostenibles, muchas veces fruto de nuestra propia ambición.
Por aquel entonces -no es relevante remarcar fechas en particular- esquivaba con tesón los temas que de verdad importan.
Año tras año, nuevas canas he de peinar.
Mis tópicos se encasillan a sí mismos, el entorno se regodea encontrando puntos en común, la queja se convierte en la moneda de cambio.
La angustia toca la puerta porque todo se pone más denso.
Seguramente habrán escuchado “nombrar” el concepto de sublimación, en su acepción relativa al psicoanálisis.
No me voy a enroscar en tecnicismos, porque para responder preguntas de cuestionario se ha inventado Internet.
Pero es, básicamente, lo que hice cuando escribí el guión del tercer “Descatálogo”, intitulado “Y todavía sopla”.
Viejo es el viento, viejos son los trapos, viejo me estoy poniendo yo a cada minuto que se suicida (salud, Ricardo).
Y todavía sopla
Subestimamos a los viejos casi sistemáticamente, casi sin querer.
Lo pienso bastante seguido porque mis papás y mi mamá se van poniendo más grandes.
Imposible no pensar en “Amar y envejecer”, de Las Pastillas. Nostalgia…
Creo que, en cierto sentido, me acerco a ellos porque he confirmado que el reloj también corre para mí.
Me pongo más viejo, entonces demando un respeto que hace un tiempo no sabía que existía.
La edad adquiere una nueva dimensión.
Deja de ser un cantito, una foto y una torta.
Es más parecido al orgullo por la resistencia.
Por eso la irreverencia del adolescente me acicata cuando me doy cuenta que probablemente ya sea demasiado tarde para pedir perdón por lo que se dijo, porque las heridas son lerdas para curarse pero muy veloces para presentarse.
Gabriel García Márquez, en Cien Años de Soledad, cuenta lo siguiente:
“Su buen propósito fue frustrado por la inquebrantable intransigencia de Rebeca, que había necesitado muchos años de sufrimiento y miseria para conquistar los privilegios de la soledad, y no estaba dispuesta a renunciar a ellos a cambio de una vejez perturbada por los falsos encantos de la misericordia”.
Cada vez que cumplo años, por el mero capricho de un calendario que ya me da lo mismo, me acerco un poco más a ese sintagma que ha quedado tan desvencijado como las chapas del baldío lindante a mi departamento.
Me refiero a “tercera edad”.
Ha caído en desgracia…
Decir “tercera edad” es querer encapsular un concepto para después venderlo a través de publicidad de remedios.
Digamos que… es un público.
Considero que la raíz de la subestimación radica en que nosotros, los clientes, adoptamos esa mirada errónea de los ancianos y sólo podemos asociarlos con la fragilidad y la ternura.
¿Te gustaría leer este artículo mientras escuchas el capítulo? Hacelo desde acá.
Pero hay toda una bitácora detrás de los anteojos.
Ahora bien: ¿cuántas veces nos detenemos en este agobiante mandato de trabajar, consumir, disfrutar, viajar?
Pocas.
Estoy convenciéndome de que los infinitivos van cambiando.
Entré en la primera opción de mi búsqueda de Google, Diario femenino punto com, esperando encontrarme una revelación.
Amarga fue mi sorpresa cuando descubrí que no.
No le podemos asignar un significado tan fácilmente a los sueños.
¡Y menos si son graciosos!
Una risa en un sueño puede implicar desde un delirio impulsado por el puré de garbanzos de la cena hasta una situación avergonzante que sucedió en 3er. grado.
La periodista Laura Sánchez, sin embargo, reconoce que un sueño gracioso tiene un componente de talento y creatividad importante, y que por ello hay que ser agradecidos.
Nuestro cerebro puede estar recompensando que hemos hecho una actividad muy productiva, por ejemplo.
[“NOTA AL PIE”] Hijos e hijas de la revolución industrial, si pueden dormirse con un anotador en la mesita de luz, quizás hasta puedan capitalizar una idea muy loca, quién les dice.
Seguramente tendrás jornadas en las que el momento de dormir sea lo más esperado.
A todo el mundo le pasa.
No le pasa lo mismo que a vos, ojito con eso, pero le pasa de estar contrariado, agotado, pasado de vueltas…
Y en esos momentos de desasosiego, si durante el letargo encontrás el alivio, bienvenido sea.
Dejamos que un montón de cosas nos lastimen, ¿por qué no aceptar el absurdo onírico y dejar de querer una respuesta para todo?
Descatálogo es el nombre con el que bauticé a mi primera incursión en el mundo del podcast.
Siempre me gustó hacer, primero, una introducción a los temas de los que voy a hablar.
Supongo que es lo que se debe hacer en todos los casos, por otra parte.
Entonces…
Un podcast es una serie episódica de archivos de audio o video que un usuario puede descargar a un dispositivo personal para escuchar fácilmente (…)
De la entrada “Podcasting” en Wikipedia.
Está claro que este es sólo el primer renglón para definir a la técnica de podcasting.
Por supuesto, también queda afuera la parte más simbólica, la más revolucionaria si se quiere.
Pero queda claro que, al tratarse de una técnica muy asociada a la radio, y que a mí a la radio tradicional me encanta escucharla (y en su momento trabajar en programas radiales)… no hay muchas más cuentas matemáticas que hacer.
La intro a cada capítulo del podcast
La primera vez que se me ocurrió esto, lo plasmé de forma gráfica.
A la distancia, creo que no fue una buena decisión.
Por eso lo quiero transformar en un podcast, tal vez una plataforma más adecuada para hablar de literatura (sin ningún tipo de rigurosidad académica ni orden cronológico).
Descatálogo, además de ser una palabra impronunciable para un santafesino, es el nombre de este proyecto.
Les voy a leer algunas cosas que subrayé y voy a tratar de explicarles por qué lo hice.
[SEPARADOR] DES… CATÁLOGO: las palabras, eligen.
Introducción que se repite en cada capítulo (8) de la “primera temporada”.
Control + Alt + Suprimir
Quizás la combinación más famosa de teclas que Windows nos haya dado sea “control + alt + suprimir”.
Ante el mínimo inconveniente o una situación desesperante como perder una partida de solitario, esta especie de clave mágica hacía* que el mundo se detenga, se acomode y vuelva a empezar.
En un contexto pacífico, de otoño ameno y hojas divagando en los cordones de las calles… el encierro.
El normal devenir de nuestras rutinas laborales y socioafectivas se vio alterado por una orden del Gobierno nacional, que es el eco de un grito de la Organización Mundial de la Salud, que asimismo es un acto reflejo frente al tan mentado “enemigo invisible”.
La palabra del momento.
Ese virus que ninguna compu supo detectar.
Se tildaron los sistemas y estallaron los algoritmos.
¿Qué diría mi estimado Henri Nouwen, este sacerdote holandés que conocí de casualidad justo antes de que este aislamiento fuera obligatorio?
Escuchá**:
“El simple hecho de ser capaz de dar una opinión, de expresar un argumento, de defender una postura y de clarificar una visión, me había dado, y todavía me da, una sensación de control.
Y por lo general me siento mucho más seguro experimentando una sensación de control sobre una situación indefinible, que arriesgándome a que sea la situación la que me controle”.
A ver si nos queda claro: Henri plantea que, a través de la palabra, puede hacer una especie de clasificación de las cosas.
Les asigna nombre, características.
Puede incluso establecer cuáles son sus fallas y sus virtudes.
Es entendible, puesto que lo que no podemos nominalizar ejerce una influencia total sobre nuestras acciones.
Si bien existen personas a las que la idea de quedarse al margen de la historia no les parece mala, otras necesitan obtener más información de su entorno para crear un marco de contención.
Y estamos viviendo en la época dorada de la información… ¿no?
Escuchá el capítulo de Descatálogo siguiendo esta lectura.
Estamos atravesando una situación indefinible, lo que tanto teme Nouwen y los noticieros durante las 24 horas.
Por eso le preguntamos hasta a los personajes famosos de los 80 cómo están viviendo en cuarentena.
La sensación de seguridad la otorga el conocimiento.
“Saber” nos permite anticiparnos a los acontecimientos y tomar las riendas de nuestras vidas.
Pero muchas veces caemos en un engaño involuntario perpetrado por nuestro cerebro y abrazado por nuestra incertidumbre.
El sesgo de confirmación, de acuerdo con el Diccionario Inglés del Escéptico, nos provee la calma cuando corroboramos lo que creemos que es cierto y se adapta a una serie de requisitos racionales internos que todos poseemos.
Así que mucho cuidado.
La objetividad de la información siempre estuvo cuestionada y la velocidad de nuestros días, sumada a la incertidumbre general, puede provocar un desfasaje muy groso entre lo que es y lo que creemos que es.
Control + Alt + Suprimir: tal vez puedas finalizar tus tareas, pero no esperes que el mundo responda solamente a tus comandos.
*”Hacía” porque sospecho que, desde hace un tiempo, no “hace”.
**Vicios de la oralidad: en este caso, sería “leé”.
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