¿Habré acertado con la categoría?

¿Habré acertado con la categoría?

No puedo dejar de pensar en si realmente estoy compartiendo poesía.

Debo admitir que me da pánico esta situación en la que creo saber.

Estoy un 99% seguro de lo que afirmo, y de repente un grupo de expertos me deja en offside con una definición más acertada.

Porque, me parece, cabe más que nunca la pregunta…

¿Qué es la poesía?

¿Cuándo estoy haciendo poesía?

¿Por qué dudaste en si convenía denominar “Poemas” a esa sección?

Todo es música, todo es arte, todo es poesía

“Todo es todo” y echo mano a una filosofía barata y zapatos de goma.

De paso, ¿por qué no escuchar a Charly García mientras lees este artículo?

Música incidental para amenizar esta explicación tan tirada de los pelos.

Si bien la poesía no es mi fuerte (tal vez ningún género literario lo sea), tuve lapsos.

Habrán sido estados de ánimo o bien fruto del requerimiento de los concursos más específicos, pero de mí nacieron unos versos que hoy quiero compartir a modo de redención.

Porque sobrevivieron al paso del tiempo en un anotador sucio que estaba todo roto, desordenado, apretujado por libros reales, en una biblioteca que ya nadie consultaba.

También soportaron el exilio: a nadie le conté que las había elaborado y nadie las leyó hasta ahora, cuando declaro que todo es arte, que todo es poesía por el mero hecho de decirlo, por haber elegido ciertos puntos estratégicos en los cuales apretar el enter y hacer un punto y aparte.

Aprovechar para nombrar con liviandad

Cada vez que tengo que ponerle un título a algo, lo que sea, un nombre de mascota o una etiqueta a lo que escribo, tiemblo.

No me gusta nada de lo que elijo.

"No me gusta nada de lo que elijo" (!) Una remera que diga. TUITEÁ ESTA JOYA LITERARIA SIN MIEDO

Esto de no poder quedarme con una sola opción, el famoso “costo de oportunidad” o algo así, no es de ahora.

Debe ser proporcional a mi indecisión acerca del tópico tatuajes: me encanta cómo le queda a alguna gente súper canchera, pero yo no sabría qué tatuarme en particular.

Nada requiere tanta atención de mi parte ni consume tanto mi tiempo.

O todavía no lo percibo.

Entonces hacer poesía también es una excusa para nombrar con liviandad esos escritos sin recaer demasiado en la significación.

Hay reglas más flexibles en la escritura en verso.

Nadie está hablando en términos académicos aquí, ¿verdad?

Por las dudas, dejo algunas descripciones de la Wikipedia, que sabemos que nunca falla (?)

Y si te estabas preguntando si alguna vez escribí cuentos, si quise extender mi raid delictivo, sí: acá lo explico un poco mejor.

Los cuentos perdidos que tuve guardados por mucho tiempo

Los cuentos perdidos que tuve guardados por mucho tiempo

Todxs escribimos cuentos.

Cuando somos más pequeños solemos hacerlo naturalmente.

Luego, mediante la aplicación cuasi inconsciente de los procesos que la compleja maquinaria social nos tiene preparados, vamos perdiendo la capacidad creativa.

La imaginación tiende a enfocarse en cosas más bien… mundanas.

Simples.

Siempre en el intento

Entonces intenté no perder la frescura.

O dejarla plasmada en algún lado… ¡Algo tenía que hacer con esas ideas que me parecían “buenas”!

Eso no lo puedo precisar.

No puedo garantizarte calidad.

Podés quedarte con esta honestidad intelectual: en la re lectura no modifiqué nada esencial de ninguno de los cuentos.

No alteré el sentido por más que vos no puedas corroborarlo.

Y en algún pasaje sería muy divertido que pienses: “uy, ¡¿cómo no lo modificó!?”.

Repasar el trabajo realizado es necesario para compartir un contenido que valga la pena y que sea estéticamente atractivo -aunque sea en ese aspecto más superficial-.

Alguna que otra coma, una sangría, una alineación… puede ser que haya retocado.

Ya que hago el esfuerzo de leerme a mí mismo en otras etapas de mi vida -lo que me supone un verdadero suplicio- aprovecho para brindar prolijidad…

La prolijidad de la culpa.

Ahora que nadie me mira

Como parte de una estrategia que me auto impuse, muchos escritos fueron a parar a “Hijas del fracaso”, mi libro compilatorio que en el 2018 se convirtió en una cosa bastante seria.

Lograda, diría, porque le puse empeño y responsabilidad.

Sin embargo, hubo varias historias que se quedaron huérfanas, haciendo un nido en distintas carpetas, un tanto escondidas, un tanto perdidas.

Fuera de mi consideración durante un largo período, llegó el momento de sacarlas a la luz para que sean juzgadas como corresponde.

Dentro de la sección “Narrativa” vas a poder leer cada cuento, cada prosa, cada accidente literario que fui guardando desde que dije “che, debería guardar lo que escribo por más que no me guste tanto”.

Hoy forman parte de una selección de privilegio que puede ser leída, descargada y compartida de forma gratuita.

Ir a “NARRATIVA”

Cuentos perdidos y encontrados

Te podés topar con historias de amores frustrados, como lo que me sucede en “Carla y las múltiples breves decepciones”.

“Lugares comunes” me ubica en una terminal de colectivos (o de ómnibus, o de bondis, depende dónde te hayas criado), en mi etapa de estudiante con todas las letras.

También hay delirios geográficos, que desembocan en dudas metafísicas, lo cual podría ser una perfecta descripción de mi obra.

No sé si en algún momento te darás cuenta o llegarás a la misma conclusión que yo.

“Escocia” y “Pampa” son algunos ejemplos de esa excusa contextual que se impone para crear un ambiente, para ubicar a los personajes, aunque estén a la vuelta de la cuadra.

Como si todo eso fuera poca información para procesar, también me aventuré a la poesía: acá lo explico mejor.

Ya me quedé sin palabras para introducirte a lo que puede ser un gran error o un gran descubrimiento.

Ojalá sea esto último.


La imagen que ilustra esta entrada pertenece a Free-Photos en Pixabay.